Algo de lo que podemos estar orgullosos en España es de la Denominación de Origen Vinagre de Jerez. Un producto típico español cuya crianza y comercialización se encuentra amparada por la denominación de origen española.
La historia de este tipo de vinagre se remonta a hace más de 3.000 años, cuando los navegantes fenicios que llegaron a Jerez comenzaron a cultivar y a llevar a cabo una actividad vitivinícola que aun hoy persigue. Sus inicios están ligados, precisamente, a su excesiva acidez, debido a la cual los viticultores de la localidad lo desechaban. Así fue como comenzaron a aparecer bodegas a las que se llevaban estos vinos ‘picados’, que poco a poco se fueron convirtiendo en el mejor producto de las mismas, ya que con el paso del tiempo el vinagre comenzó a envejecerse, consiguiendo ese carácter único. Pero no fue hasta el siglo XIX cuando unos comerciantes franceses lo descubrieron y empezaron a importarlo a su país. Gracias a ello su prestigio aumentó y, con ello, los intentos de conseguir un sabor igual. Para protegerlo, en 1995 se fundó la Denominación de Origen Vinagre de Jerez.
De color caoba, con un aroma limpio y penetrante a madera y nuez, típico de los vinos de los que procede, un sabor penetrante y concentrado y con un retrogusto muy agradable, el Vinagre de Jerez está reconocido mundialmente por esa personalidad inconfundible. Sus características se basan en los 6 meses que pasa en botas jerezanas para su correcto envejecimiento, además de la utilización de vinos nobles por excelencia de la D.O.P Jerez.
En cuanto a su utilización, las posibilidades que nos concede son muy amplias. Es un producto ideal para utilizar en ensaladas, tanto frías como calientes, en escabeches, en salsas, en platos marinados, en aderezos e incluso postres y, sobre todo, para un gazpacho y cualquier plato típico andaluz. Sin embargo, debido a su penetrante sabor, es recomendable utilizar la cantidad adecuada en cada caso.
¡No esperes más e inclúyelo en tus platos preferidos!